EN EN LÍMITE DE LA CASA DEL PADRE

LOS CRISTIANOS NOS HEMOS OLVIDADO DE ALGO PRIMORDIAL EN NUESTRA FE: ESTE MUNDO ES UN PUENTE HASTA LA CASA DEL PADRE. HAY UN MÁS ALLÁ DE LA MUERTE Y HAY UN ALMA INMORTAL. Y LA CIENCIA,LA MEDICINA,LA NEUROCIENCIA Y LA MECANÍCA CUÁNTICA NOS DICEN QUE ES CIERTO.
EXPERIENCIAS CERCANAS A LA MUERTE CONTADAS POR SUS TESTIGOS Y ANÁLISIS DE DICHAS EXPERIENCIAS DESDE UN PUNTO CIENTÍFICO Y ESPIRITUAL.

TESTIMONIO DE SURESH (INDIA). CAUSA: PARO CARDÍACO EN OPERACIÓN

El 17 de Diciembre de 1972, tuve la más profunda experiencia de mi vida, cuando tuve una cita, un encuentro de cerca, con la muerte. Debido a un absceso en mi hígado fui hospitalizado y tuve que someterme a aspiraciones. La primera de ellas salió bien, pero durante la segunda sentí que algo raro pasaba.

Sentí que una serie de lanzas me penetraban el ano, y una gran tormenta o torbellino comenzó en mi abdomen. Cada centro en mi cuerpo estaba activado y energizado. La energía vital de cada parte, tejido, y célula de mi cuerpo, se combinaba y trataba de salir por la parte superior de mi cabeza. Mi respiración se paró, la presión arterial cayó a cero, y podía seguir oyendo a los médicos discutir lo que había sucedido. Y entonces, en una fracción de segundo, viajé millones de kilómetros  y alcancé una región de Luz.

El viaje fue en cuarta dimensión, lo que puede expresarse como experiencia fuera del cuerpo, cuando una identidad no identificada surgió en “esa Luz”.  Las palabras me faltan cuando intento describir exactamente lo que veía o sentía.  Pero puedo decir que no había allí un Dios humanizado, de todos modos, era una región de pureza sin mezcla. Había una brillante luz, inmensa velocidad o movimiento, y un increíble Amor Divino. No necesitaba sentidos para experimentar “ESO”. “Yo” estaba ausente y seguía viendo,  conociendo, y comprendiendo.  Aunque estuve allí por pocos segundos, pareció una eternidad. Mi concepto del tiempo y la distancia cambiaron considerablemente, pues viajé una distancia inmensamente larga en una trillonésima de segundo y lo que parecía una eternidad fue una eterna sacralidad condensada en nuestro concepto de tiempo.

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