Mi amigo me preguntó si estaba teniendo un ataque cardíaco, y no, a decir verdad, no sentía adormecimiento del brazo o la mandíbula, y los síntomas comúnmente mencionados. Por supuesto, lo que él vio y lo que yo sentía, debieron ser cosas muy diferentes. Pero realmente me sentía muy preocupado y le pedí que me llevara a los servicios de emergencia locales del hospital Kaiser-Permanente de Richmond. A unos 20 minutos. Lo hizo y le estoy agradecido por haberlo hecho.
Mientras dejábamos la casa, intenté hablarle con algo de humor, se veía muy preocupado y yo no quería agobiarlo con las molestias de lo que yo seguía pensando eran los resultados de mi ayuno ese día. Entonces, me di cuenta de que me salía del coche a través de la ventana, y de ver a mi amigo y a un cadáver, desapareciendo rápidamente por la calle. El cuerpo vacío al lado de mi amigo parecía ser yo… simplemente pensé que era extraño, mientras otros eventos empezaban a tener lugar (estos debo guardarlos para mí hasta que pueda encontrarles sentido).
Tras desplazarme por el paisaje del entorno, me encontré en el mismo lugar en el que había estado en mis pensamientos durante la ceremonia. Terrenos montañosos, accidentados, abiertos, con un camino que conducía hacia arriba, al flanco de una montaña próxima. El camino se transformó en un camino empedrado que, a la entrada de un túnel, se bifurcaba en el túnel, y también viraba a la derecha, hacia un lugar de sucias luces, donde se hacía mucho ruido. En un par de pasos, o así me lo pareció, cubrí unos cientos de metros, hasta el borde de un cañón que me causó gran temor, sencillamente un desagradable lugar, incomprensiblemente feo, lleno de cenizas, alambre de púas y antorchas encendidas, que ardían con el color amarillo-verdoso del azufre. Algo en mi interior me refrenó, y me encontré en el interior del túnel, donde pude ver, a través de las paredes, un campo lleno de gente de piedra. Una voz interior dijo tranquilamente que estos eran los que esperaban a la realidad del intelecto, los ojos perdidos en la distancia, esperando a que la-vida-como-idea se hiciera realidad, mientras que la vida pasaba por delante de ellos, libre de ser lo que era…
Al final del túnel, o la parte superior de las escaleras, había un poquito de luz. Y allí es donde fui. Creo, que en ese momento tuve una vaga idea de mi propia muerte, pero yo sabía que no podía cruzar un umbral que no podía ver. Volviéndome para bajar las escaleras, me caí hacia atrás, y me encontré al otro lado de una puerta que no estaba allí, no había salida. El sitio era un campo infinito, lleno de hierba y flores de todos los colores, y árboles que cantaban tranquilas canciones, y todos me estaban dando la bienvenida. “¿A mí? ¿Quién diablos era yo para que me hicieran esto?”, pensé... “¿Por qué me estaban dando la bienvenida?”
Tomé un camino que continuaba hacia un lugar donde resplandecían brillantes luces, una especie de estructura, llena de gente, por miles. Y todos me animaban y me daban la bienvenida… Yo sabía que no era ningún tipo de héroe o persona de importancia, pero ellos se estaban regocijando que hubiese llegado. Luego, saliendo de las luces brillantes, llegaron miembros de mi familia, muchas personas queridas que había perdido con el tiempo, mi abuelo, tías, tíos, primos, e incluso aquellos a quienes solo conocía por fotos. Y mis amigos de la infancia y sus familiares. Y todos ellos vinieron a saludarme y a acogerme. No le encontraba sentido a lo que estaba sucediendo, pero sospechaba (creo) que sabía que me estaba muriendo.
Entonces, había unos seres cuyos músculos no eran carne sino llamas. Fuego contenido dentro de la forma de piernas, brazos, etc. y llenos de luz. Fui recibido por ellos, y tras irse todos, solo quedaron dos. Uno que me miraba, alguien a quien conocía o estaba destinado a conocer, alguien de extremada importancia para mi vida… pero se fue, subió por encima de los árboles, y esperó allí. El otro ser, estaba detrás de mí. Me volví hacia mi familia, pero se habían vuelto mudos. Todo el mundo se había vuelto muy silencioso.
Entonces, me di cuenta de una especie de luz. Resplandeciendo con un brillo mayor que todos los soles del Universo. Blanca, brillante y cristalina y muy viva, se paró frente a mí. De algún modo, yo sabía que no podía entrar en esa luz, por lo que me volví hacia atrás, y luego hacia lo alto, y luego hacia lo bajo, y no había forma de esconderse de la luz, que me llevó al interior de sí misma. Ahora sabía que estaba muerto, y que todo lo que había de ser, sería ahora. Éste el más Santo Ser y Espíritu, que ninguna palabra puede nombrar o describir, me tomó en Sus brazos, y me deseó la bienvenida. Luego, Él me preguntó...:” ¿Ya has terminado?” Yo instantáneamente supe que estaba muerto, y ahora era llamado para contar mi pequeña e insignificante vida, y no podía mentir…
En un instante que se hizo eterno, vi mi vida, desde la concepción hasta la muerte, como un único y entero evento, no como partes separadas de un rompecabezas, sino como un completo e inseparable todo. Y supe que mi vida estaba acabada, que yo había terminado. La luz, Este El Más Santo Espíritu, me tomó en sí mismo, en un abrazo que me perseguirá hasta el final de mis días y más allá. Durante un instante infinito supe lo que era el Amor. Y me supe amado más allá de las palabras y las descripciones. Sencillamente infinitamente amado… y vi a través de los ojos del Espíritu, lo que El Espíritu ve… no existe una mente que pueda entender esa visión, simplemente es.
Entonces, la voz preguntó: “¿Hay algo que te gustaría hacer?”. Yo dije que me gustaría disponer de unos minutos para aliviar a mi familia, para no dejar remordimiento, ni pena de su parte, solo por unos minutos para decir un “os quiero” final, que “siempre os he querido”, que “siempre os querré”… sin importar nada, nuestras luchas, estúpidas peleas, pequeños momentos de ira… nada jamás nos ha impedido amarnos los unos a los otros… Aquel que está por encima de todos los nombres me liberó de su abrazo y dijo: “Vete”. Yo dije: “No”. Yo estaba aterrorizado, le había dicho que no a lo que tenía por lo más sagrado. Yo sabía que no había ninguna vida que yo pudiese querer ya más sin Él. Mi deseo por Él era mucho mayor que mi pequeño mezquino miedo. La Luz volvió a decir: “Vete”. Y yo dije: “No”.
La Luz dijo: “Vete”. Y empecé a sentir una separación, un distanciamiento. Pero como regalo, estaba eso que la Luz me dio a “ver”. Probablemente lo que yace dentro de mi propio corazón y alma, como la fe que abrazo, promesas… y también vi que hay un punto, o un lugar, más allá del cual uno no puede cruzar, pues hacerlo así, hace a todo lo demás definitivo.
Algunas de estas cosas de la visión y el sentimiento, las he guardado para mí. Sé que no puedo explicarlas, ni darles un sentido. Y no puedo buscar respuestas de los demás, porque sus explicaciones finalmente se vuelven especulación vacía… y esto es muy lastimoso. Creo entender que ser humano es ser más, mucho más, de lo que nos hemos permitido a nosotros mismos ser, y que hay tantas posibilidades que nos negamos a nosotros mismos volviéndonos prisioneros del racionalismo, limitándonos por la prueba racional. Esta cosa de la ECM es a la vez una bendición y una maldición.
En tanto que sacerdote, aunque de rango inferior, he tenido que reconciliarme en la medida de lo posible con la tradición y la enseñanza, tal como mi confesión las expresa. Y la verdad es que no hay casi nadie a quien se le pueda consultar en busca de términos a través de los que aproximarse a una respuesta. Durante diez años dejé el ministerio, abrazando la búsqueda de una respuesta. Desgraciadamente no hay “una” respuesta solamente, y no hay realmente una respuesta que obtener. Viví en una reserva de indios nativos americanos, busqué “santos” y personas santas de otras vías, y mayormente encontré vacío y especulación, en nombre de la fe.
Me encontré abrazando la soledad en vez de perder el tiempo contando una historia; la ECM no es un mandato, ni un encargo de santidad. Puedo, como cualquier otro ser humano, reivindicar la santidad, sin nunca haber sido tocado por lo Sagrado.
Me encontré abrazando la soledad en vez de perder el tiempo contando una historia; la ECM no es un mandato, ni un encargo de santidad. Puedo, como cualquier otro ser humano, reivindicar la santidad, sin nunca haber sido tocado por lo Sagrado.
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