EN EN LÍMITE DE LA CASA DEL PADRE

LOS CRISTIANOS NOS HEMOS OLVIDADO DE ALGO PRIMORDIAL EN NUESTRA FE: ESTE MUNDO ES UN PUENTE HASTA LA CASA DEL PADRE. HAY UN MÁS ALLÁ DE LA MUERTE Y HAY UN ALMA INMORTAL. Y LA CIENCIA,LA MEDICINA,LA NEUROCIENCIA Y LA MECANÍCA CUÁNTICA NOS DICEN QUE ES CIERTO.
EXPERIENCIAS CERCANAS A LA MUERTE CONTADAS POR SUS TESTIGOS Y ANÁLISIS DE DICHAS EXPERIENCIAS DESDE UN PUNTO CIENTÍFICO Y ESPIRITUAL.

¿CÓMO SE ALMACENA LA MEMORIA?



Una singular consecuencia de la metafísica materialista-mecánica que impregna nuestra cultura y nuestras ciencias es que comúnmente mantenemos unas creencias básicas que son un deplorable absurdo. Una de esas creencias es casi universal —entre gente ordinaria así como entre neurocientíficos, y sorprendentemente entre muchos filósofos— que el cerebro «almacena» memorias. La realidad es que el cerebro no almacena memorias, ni puede almacenar memorias.

Se ha sabido durante la mayor parte de un siglo que ciertas estructuras en el cerebro están asociadas con la memoria. Se ha observado que los cuerpos amigdalinos y el hipocampo en el lóbulo temporal, así como algunas regiones adyacentes de la corteza, están asociados con el acto de recordar en animales y en humanos. La investigación es fascinante e importante, y en mi propio trabajo como neurocirujano tengo que tener presentes esas regiones (especialmente el hipocampo y el fórnix y los cuerpos mamilares, a los que se proyecta el hipocampo). Durante una intervención quirúrgica, un daño a esas críticas estructuras (si es bilateral) puede dejar al paciente incapaz de formar nuevas memorias, lo que es una incapacidad inutilizadora.

Pero esas realidades fisiológicas no implican que el cerebro almacene memorias en el hipocampo ni en los cuerpos amigdalinos ni en otros lugares. ¿Por qué?

Será útil comenzar considerando lo que es la memoria: la memoria es un conocimiento que se retiene. El conocimiento es un conjunto de proposiciones verdaderas. Observemos que ni la memoria ni el conocimiento ni las proposiciones son inherentemente físicos. Se trata de entidades psicológicas, no de objetos físicos. Desde luego, las memorias no son pequeñas acumulaciones de proteínas o lípidos introducidas en una circunvolución apropiada, listas para su acceso cuando sean necesarias para el examen de matemáticas.

El cerebro es un objeto físico. Una memoria es un ente psicológico. Un ente psicológico, evidentemente, no puede ser «almacenado» de la misma manera que un objeto físico. No está claro como el término «almacenar» podría siquiera aplicarse a un ente psicológico.

Ahora bien, uno pude creer —como la mayoría de neurocientíficos y demasiados filósofos (que deberían tener un mejor criterio) creen erróneamente— que aunque naturalmente las memorias no se «almacenan» en el tejido cerebral por sí, que engramas de memorias se almacenan en el cerebro, y se accede a ellos cuando recordamos el conocimiento codificado en el engrama. De hecho, hay neurocientíficos que creen que han encontrado cosas en el cerebro muy como engramas de alguna especie, que codifican una memoria como un código codifica un mensaje.

Pero también esto es absurdo. Para ver por qué, consideremos un hipotético «engrama» de la encantadora cara de tu abuela que «codifique» tu recuerdo de su apariencia. Imagina que el engrama de la memoria queda a salvo, guardado en una esquina de tu circunvolución temporal superior, y que tu quieres recordar la cara de tu abuela. Como hemos observado más arriba, tu recuerdo mismo evidentemente no está en la circunvolución ni en el engrama. Ni siquiera tiene sentido decir que un recuerdo está almacenado en una masa de cerebro. Pero, tú dirás, esto es sólo un pequeño y tonto malentendido. Lo que realmente quieres decir es que el recuerdo está codificado allí, y que se debe acceder al mismo para recuperarlo, y que es en este sentido que se almacena el recuerdo. Es el engrama, dices, no la memoria misma, lo que está almacenado.

Pero hay un problema muy real con este punto de vista. Al tratar de recordar la cara de tu abuela, tienes primero que localizar el engrama de la memoria, que naturalmente exige que tú (inconscientemente) tienes que recordar dónde en tu cerebro está almacenado en engrama de la cara de la abuela —¿Estaba en el lóbulo temporal izquierdo o en el lóbulo temporal derecho? De modo que esta recuperación de la memoria de la abuela por vía del engrama exige otramemoria (llamémosla «memoria de localización del engrama de la abuela»), que debe ella misma estar codificada en algún lugar en tu cerebro. Para acceder a la memoria para la localización del engrama de la abuela, tienes que acceder primero a una memoria para el engrama para la localización del engrama de la abuela. Y evidentemente tienes primero que recordar la localización de la memoria  de localización del engrama de la abuela, lo que presupone otro engrama cuya localización se debe recordar. Y así en regresión infinita.

Ahora imaginemos que por algún milagro (la metafísica materialista siempre exige milagros) puedes superar la regresión infinita y localizar el engrama para la cara de tu abuela en tu circunvolución temporal superior (¡algo así como encontrar tus llaves por un golpe de suerte!) ¡Uala! Pero no te engañes: esto no resuelve tu problema en lo más mínimo. Porque ahora tú tienes que decodificar el engrama mismo. El engrama tomaría indudablemente la forma de tejido cerebral —un determinado conjunto de proteínas, o de dendritas o axones, o un gradiente electroquímico de alguna clase específica— que significaría «recuerdo de la cara de la abuela». Pero, ¿cómo puede un gradiente electroquímico representar una cara? Desde luego, un gradiente electroquímico no se parece a la abuela —e incluso si así fuera, necesitarías un pequeño ojo en tu cerebro para verlo y reconocer que se parece a la abuela. Sea cual sea la forma que adopte el engrama, tiene que ser un código, y tú tienes que tener la clave del código, guardada en tu cerebro como lo estaba el recuerdo de tu abuela. Pero luego necesitas recordar dónde está guardada la clave del código, que es ella misma otra memoria que debe ser almacenada y recordada. Y para recordar la localización de una localización para la clave para el código para el engrama se precisa de otro engrama para recordar la localización del código de localización, que tiene que ser localizado y decodificado, lo que requiere de otro engrama clave que ahora tendrás que localizar ...

Y si piensas que recordar la cara de tu abuela mediante un engrama en tu cerebro implica una regresión infinita, imagínate el problema de recordar un concepto, en lugar de una cara. ¿Cómo, podemos preguntar, puede el concepto de la rectitud de tu abuela o de su misericordia, o de su cinismo, quedar codificado en un engrama? La cualidad de la misericordia no se filtra ni puede codificarse. ¿Cuántas dendritas y axones para la misericordia?

Queda claro lo absurdo del concepto.

Decir que las memorias se almacenan en el cerebro es usar palabras sin sentido. Y es preciso quedar advertidos frente a la invocación materialista del materialismo promisorio: «Es sólo una limitación de nuestro actual conocimiento científico, y prometemos que la ciencia resolverá el problema a su debido tiempo». La aserción de que el cerebro almacena memorias es un absurdo lógico que ni siquiera alcanza el nivel de posibilidad de ensayo empírico.

Entonces, uno puede preguntar de manera razonable, ¿cómo podemos explicar la obvia dependencia de la memoria de la estructura y función del cerebro? En tanto que es obvio que las memorias no se almacenan en  el cerebro, sí que parece que algunas partes del mismo son ordinariamente necesarias para la memoria. Y esto es algo ciertamente verdadero. Pero necesario no significa suficiente. Hay una correspondencia aproximada entre la actividad en ciertas regiones del cerebro y el ejercicio de ciertas capacidades mentales. Esto es lo que los neurocientíficos cognitivos estudian de forma apropiada. En algunos casos, la correspondencia entre cerebro y memoria es de estrecha necesidad —el cerebro debe tener una actividad específica para que se ejerza la memoria. Pero la actividad del cerebro no es lo mismo que la memoria, ni tiene sentido alguno decir que la actividad cerebral codifica la memoria ni que el cerebro almacena la memoria.

Lo que todo esto implica es que sólo alguna clase de dualismo puede proporcionar una comprensión coherente de la mente. Pero el dualismo es una hidra de muchas cabezas, y tampoco creo que el dualismo cartesiano ni el dualismo de propiedades ni el epifenomenalismo ni las teorías computacionales de la mente (que son inherentemente dualistas) expliquen bien las cosas.

Yo me inclino por el dualismo tomista, que es una perspectiva coherente de la mente que adopta una perspectiva aristotélica, y para la que la participación del cerebro en la memoria no es nada problemático

OTRA ECM DEMOSTRADA: CASO EXPLICADO POR EL DOCTOR SAM PARNIA

ARTICULO DE LA REVISTA DIGITAL "ACONTECER CRSITIANO"


Científicos descubren evidencias de "vida después de la muerte"


jueves, 9 de octubre de 2014 | 


Evidencias de vida después de la muerte
Vida después dela muerte.
Científicos que estudian lasexperiencias cercanas a la muerte, han descubierto que una persona puede seguir consciente luego de morir, incluso después que el cerebro se hubiese apagado completamente.

El estudio ha sido el mayorrealizado durante cuatro añospor los investigadores de la deUniversidad de Southampton, en que han examinado a más de2.000 personas que sufrieronparos cardíacos en 15 hospitales en el Reino Unido, Estados Unidos y Austria, según informa The Telegraph.

Encontraron que casi el 40 por ciento de las personas que sobrevivieron, describe una especie de "conciencia" durante el tiempo en que eran clínicamente muerto antes que sus corazones volviesen a latir.

Incluso una hombre recordó que dejó su cuerpo completamente y vio su reanimación desde la esquina de la habitación. A pesar de estar inconsciente y "muerto" durante tres minutos, el trabajador social de 57 años de edad, relataba con detalles las acciones de los enfermeros y personal médico y describe el sonido de las máquinas.

"Sabemos que el cerebro no puede funcionar cuando el corazón ha dejado de latir", dijo el Dr. Sam Parnia, quien dirigió el estudio. "Pero en este caso, la conciencia parece haber continuado durante en el tiempo en que el corazón no latía hasta tres minutos, a pesar de que el cerebro normalmente se apaga totalmente en 20 o 30 segundos después que el corazón se ha detenido.

"El hombre describió todo lo que había sucedido en la sala, pero lo más resaltante es que oyó los sonidos de una máquina que hacía ruido durante tres minutos. Así que podríamos cronometrar el tiempo que duró esta experiencia.

"Parecía muy creíble y todo lo que él dijo que le había sucedido había sucedido en realidad".

De los 2.060 pacientes con paro cardíaco estudiados, 330 sobrevivieron y 140 dijeron que habían experimentado algún tipo de conciencia mientras eran reanimados.

Uno de cada cinco dijeron que habían sentido una sensación inusual de tranquilidad, mientras que casi un tercio dijo que el tiempo se había reducido o acelerado. Algunos recordaron haber visto unaluz brillante; un destello dorado como el brillo del sol. Otros relataron sentimientos de miedo o ahogarse como ser arrastrados por las aguas profundas. El 13 por ciento dijeron que habían sentido separados de sus cuerpos. AcontecerCristiano.Net

LA MEMORIA SIGUE UN PROCESO Y EL CEREBRO DEBE ESTAR PLENAMENTE ACTIVADO


El paciente abre los ojos y se encuentra en la cama de un hospital. No sabe qué ha sucedido ni cómo ha llegado hasta allí. En su cerebro, tras eltraumatismo, se ha producido una fuerte conmoción y todo aparece desordenado. ¿Por qué no recuerda el accidente? ¿Qué ha pasado con su memoria y qué pasará con sus recuerdos a continuación?
El tiempo que ha pasado inconsciente es el primer factor que indica la gravedad y los daños que puede haber sufrido su cerebro. Si el accidente no es muy grave, la pérdida de memoria puede ser temporal y se pueden recuperar los recuerdos aunque sea de forma fragmentaria. Si es muy grave, puede que las pérdidas sean definitivas.
La amnesia post-traumática se manifiesta de muchas maneras en función de los daños sufridos. "La persona está muy confundida y le cuesta mantener la información en la cabeza de un día para otro", asegura la neuropsicóloga Nuria Paúl, que trabaja con este tipo de pacientes. "Puede durar una semana, dos semanas, un mes..." El hecho de no recordar el accidente puede estar motivado por varias causas, entre ellas que el cerebro, en el momento del impacto, no registró lo sucedido. "La gente que ha sufrido una lesión grave suele tener una sensación extraña", indica Paúl, "les gustaría recordar lo que pasó en el accidente pero no lo recuerdan, y muchos no lo llegan a recordar porque en ese momento el cerebro no ha registrado la información".
Olvidar lo reciente
La otra explicación a esta ausencia de memoria está en la manera en que se fijan los recuerdos. La amnesia post-traumática suele incluir el olvido de algunos episodios tanto anteriores como posteriores al accidente. El sujeto no solo no recuerda el impacto sino que ni siquiera recuerda haber cogido la moto, por ejemplo. Un fuerte traumatismo puede provocar que la información registrada en ese periodo de tiempo no se consolide en la memoria a largo plazo y que, por tanto, el paciente no sea capaz de recuperarla.
"La memoria a largo plazo no se almacena al instante", explica el neurofisiólogo Xurxo Mariño, "sino que debe pasar un cierto tiempo antes de quedar fijada. Durante ese tiempo en el purgatorio de los recuerdos se requiere que una estructura, el hipocampo, se encuentre funcionando correctamente. Si durante ese tiempo el encéfalo sufre algún tipo de trauma, esos recuerdos no se guardarán correctamente".
"Cuando alguien tiene un accidente de moto", explica el profesor de Neurociencias de la Universidad Pablo de Olavide José María Delgado, "lo que olvida normalmente es lo que ha pasado inmediatamente antes, no los nombres de sus familiares, ni su pasado". "Lo que parece que se pierde", concreta, "es la memoria muy reciente que, por decirlo de una manera muy simple, está por ahí dando vueltas en el cerebro y aún no está almacenada".

Aunque el hipocampo es una estructura fundamental en la fijación de recuerdos, el proceso se produce también en el resto de la corteza cerebral. “Sabemos que la formación de una memoria se hace en fases”, asegura Alberto Ferrús, profesor del Instituto Cajal, del CSIC. Durante la “fijación” de este recuerdo se produce un complejo proceso neuroquímico que concluye en el núcleo de la neurona y cambia el estado de expresión de ciertos genes y el número de sinapsis. Ha ocurrido “un cambio estructural en el circuito”, dice Ferrús. ¿Dónde están y qué son los recuerdos? La respuesta no la conocemos del todo, pero sí sabemos que la memoria no está en ningún lugar físico concreto, como si fuera un cajón, sino que se materializará en una especie de “constelación de sinapsis” que se encenderá cuando evoquemos el recuerdo.
Es en la fase previa a esta fijación cuando si se produce algún tipo de alteración traumática, el proceso no se lleva a cabo y las memorias se pierden. “Una intoxicación con alcohol, un trauma, una situación de estrés e incluso una anestesia”, precisa Ferrús, “dificulta el tráfico en las neuronas y esa memoria acaba no consolidándose”. Este proceso explica por qué algunos jugadores de fútbol americano, por ejemplo, siguen jugando un partido después de un fuerte golpe y al cabo de unas horas no recuerdan ni una sola jugada. O por qué no recordamos nada después de una gran borrachera. "El mecanismo", añade Delgado, "es muy parecido al que se produce cuando se aplica un electroshock y se pasa una corriente eléctrica por el cerebro: produce un pérdida de memoria de los hechos más recientes".
La llave para borrar recuerdos
En la investigación de este fenómeno los científicos han descubierto que las memorias que se evocan son especialmente vulnerables y que se pueden borrar o alterar con más facilidad. "La memoria más frágil es aquella que se está usando en un momento determinado", explica el profesor Delgado.
“Un proceso similar se ha demostrado en ratones y también en insectos”, asegura Ferrús, “cuando la memoria sube al estado consciente es frágil y puede ser borrada o alterada, de tal forma que te pueden cambiar el recuerdo que tú tienes cuando vuelves a acceder a él”. Éste es el proceso que explicaría los mecanismos de lavado de cerebro o la manipulación de recuerdos.
En el laboratorio de Ferrús han conseguido alterar el número de sinapsis de las pequeñas moscas del vinagre (Drosophila melanogaster) de manera que un olor que habitualmente les resulta repelente pase a resultarles atractivo. La constelación de sinapsis de la mosca ha variado y los científicos han cambiado sus percepciones.
El equipo de José María Delgado avanza por otros caminos. En su laboratorio llevan años trabajando con ratones y comprueban que cuando el hipocampo reactiva una memoria es más sencillo borrarla con una intervención química en algunas regiones de este núcleo, como el denominado giro dentado. "Cuando reactivo un recuerdo porque tiro de él", explica Delgado, "interviene el hipocampo y si lo afecto bioquímicamente en ese momento, esa memoria se pierde". Resumiendo, según el investigador, "una manera de borrar selectivamente determinadas memorias sería afectar la fisiología del hipocampo cuando esa memoria está en uso".
Para entenderlo mejor basta con explicar de forma muy simplificada uno de los experimentos que realizan con sus ratones. Imaginemos que tenemos un ratón que ha memorizado una tarea como presionar una palanca para obtener una pequeña porción de queso. Este tipo de ratones han sido modificados genéticamente de manera que los científicos pueden desactivar un grupo de neuronas en una región concreta del hipocampo (el giro dentado) durante un período de tiempo concreto, en este caso una hora. Si los científicos hacen que el ratón evoque esa memoria "almacenada" (apretar palanca) durante esa hora, es mucho más fácil que la olvide.
Las implicaciones de replicar un proceso como éste en humanos serían extraordinarias. Una posibilidad, que algunos investigadores están probando ya en humanos, es la creación de algún fármaco que permita borrar recuerdos terribles en pacientes con estrés post-traumático. Evocar esas memorias durante la ingesta del fármaco podría facilitar, por ejemplo, que el paciente las sacara de su cerebro y de sus pesadillas.
El profesor Delgado se conforma de momento con comprender mejor cómo actúa el hipocampo en la reactivación de memoria y cómo hace que los recuerdos sean momentáneamente más frágiles. Sobre el cerebro en general y sobre los mecanismos que actúan en este caso, admite, aún nos queda mucho por saber. "Sabemos por dónde pasan los recuerdos, pero no conocemos los mecanismos exactos", asegura. "De alguna manera", explica, "sabemos ir en coche a Madrid pero no cómo funciona el motor".
El “borrado total”

En los casos anteriores hablábamos de lesiones más o menos leves y pasajeras, que permiten al paciente recuperar la normalidad al cabo de un tiempo, aunque nunca llegue a recordar qué pasó durante el accidente. Si el traumatismo es más grave, los daños pueden llegar a destruir los recuerdos para siempre.

“Si hay una fractura de cráneo”, indica Ferrús, “se produce una ola de actividad generalizada que cambia por completo las propiedades funcionales de gran cantidad de neuronas”. “Eso es como un borrador de sinapsis”, añade el científico. El punto dañado empieza a enviar señales por todo el sistema y puede propagar los daños al resto del cerebro y provocar amnesias retrógradas donde se olvida parte del pasado.

En los casos en los que no se pueden volver a formar recuerdos, nos explica el neurocientífico Bradley Voytek, los más estudiados son aquellos en los que se dañó el hipocampo, como el conocido caso del paciente H.M. En otras ocasiones el accidentado puede entrar en coma y se produce el denominado “daño axional difuso”. “En este caso el daño se produce en los “cables” que conectan las neuronas”, asegura Voytek. "Si los axones que permiten comunicar la memoria a corto plazo y la memoria a largo plazo se dañan", precisa, "los recuerdos no pueden consolidarse. En este caso no hay esperanzas de recuperar los recuerdos. "Sería como intentar recuperar una película de una cámara si olvidaste poner el carrete", explica Voytek. "Sin el medio que permite el registro del recuerdo no hay nada que recuperar”.